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De la protesta callejera al poder estatal: El caso del movimiento indígena boliviano

La (de)institucionalización y dinámica del movimiento indígena en Bolivia

by Barbora Vališková (Author)
©2021 Thesis 290 Pages

Summary

Bajo el gobierno del MAS el movimiento indígena boliviano logró emanciparse políticamente, penetrando las estructuras del poder estatal, pero al mismo tiempo pasó por su crisis, desmovilizándose paulatinamente. El objetivo del libro es explorar la relación entre la institucionalización del movimiento y su siguiente desmovilización. Aplicando el método "process tracing", el libro infiere primero que el impacto de la institucionalización en la dinámica del movimiento es condicionado por su carácter, así el movimiento se pacifica cuando goza de la política favorable y representación gubernamental más bien que parlamentaria; segundo, una vez el movimiento sea la parte de la maquinaria estatal, su disidencia potencial causa dilemas estratégicos para el gobierno que reacciona con estrategias para suprimirlo.

Table Of Contents

  • Cubierta
  • Título
  • Copyright
  • Sobre el autor
  • Sobre el libro
  • Esta edición en formato eBook puede ser citada
  • Dedicación
  • Prólogo
  • Agradecimiento
  • Contenido
  • La lista de siglas
  • Introducción
  • 1. Dinámica y (des)institucionalización de los movimientos sociales
  • 1.1. Movimientos sociales: ¿“Insiders u outsiders” desde el punto de vista del poder estatal?
  • 1.2. Dinámica del movimiento social: (des)movilización y cohesión
  • 1.3 Definición de la institucionalización del movimiento social
  • 1.4. Estrategias de (des)institucionalización del Estado
  • 1.5. Dilemas de la (des)institucionalización del movimiento social
  • 1.6. Efectos de la (des)institucionalización en la dinámica del movimiento y mecanismos causales de su influencia
  • 1.7. Movimiento indígena boliviano
  • 2. ¿De las calles al poder estatal?: La dimensión descriptiva de la institucionalización
  • 2.1. Evolución de movilización del movimiento indígena boliviano en el contexto de su representación descriptiva
  • 2.2. Plataformas y programas gubernamentales: la perspectiva relacional de la institucionalización
  • 3. ¿De la disrupción a la cooptación?: Movimiento indígena boliviano y la dimensión substantiva de su institucionalización
  • 3.1. CSUTCB: Organización demonizada bajo el multiculturalismo neoliberal
  • 3.2. CIDOB: “el indio permitido” con actitud de apoyo crítico en los 90
  • 3.3. CONAMAQ: cooptado, pero no captado por el gobierno de Banzer
  • 3.4. El movimiento indígena en el cambio de siglo: la unidad bajo el lema de la Asamblea Constituyente
  • 3.5. Movimiento indígena en el primer gobierno de Morales: entre cooptación e institucionalización
  • 3.6. Segundo gobierno de Morales: fusión campesina con el estado y desinstitucionalización indígena/originaria
  • 3.7. Tercer gobierno de Morales: El movimiento desmovilizado
  • 4. “Process tracing”: Desmovilización del movimiento indígena bajo el reino masista
  • 4.1. Fundamentos y delimitación de tiempo del análisis
  • 4.2. Institucionalización del Estado Plurinacional en 2009: ¿Éxito o caída del movimiento indígena boliviano?
  • Conclusión
  • Bibliografía
  • Apéndices
  • Apéndice 1 Pruebas en el marco de “process tracing”
  • Apéndice 2  Bases de datos

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Introducción

El movimiento indígena boliviano tiene una larga historia y su actuación alcanza hasta la remota época colonial, cuando 20 mil chiquitanos se opusieron a la expedición de Ñuflo de Chávez en el 1559. La resistencia continuó durante todo el período del dominio español y se manifestó de varias maneras, desde la resistencia pasiva, manteniendo sus viejas costumbres, creencias y ritos contra la imposición de la cultura europea hasta la rebelión armada. Esta se reflejaba, por ejemplo, en el llamado “Imperio Neoinca de Vilcabamba” del cual entre 1537—1572, los sucesores de Atahualpa hacían frente a la descomposición del Imperio Inca llevada a cabo por los conquistadores españoles. Sin embargo, el auge de la resistencia indígena contra los conquistadores llegó en los años 1779–1782 con los proyectos revolucionarios de “dos Túpac y dos Catari” (Loayza Portocarrero 2014). Después de la rebelión de Tomás Catari, los ayllus del altiplano y del valle encabezados por Túpac Katari y su mujer Bartolina Sisa se levantaron contra la opresión española1. Alrededor de 40 mil hombres y mujeres cercaron dos veces a la capital de la colonia española, La Paz, en 1781 y gracias al sistema de rotación y los turnos mantuvieron la resistencia más de un año y medio.

Desde este levantamiento de los ayllus, a finales del siglo XVIII, se puede observar con cierta simpleza una pauta cíclica de la elevada movilización del movimiento indígena a finales de cada siglo. Así en la segunda mitad del siglo XIX surgió el movimiento de los Apoderados Generales, encabezado por Pablo Zárate Willka y, a finales del siglo XX y principio del siglo XXI, nació el movimiento indianista katarista encarnado en la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), seguido por la resurrección de los ayllus y movimiento indígena en las tierras bajas mediante la constitución de las organizaciones Consejo Nacional de Ayllus y Markas de Qullasuyu (CONAMAQ) y Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), respectivamente.

Durante la colonia y la época republicana los movimientos indígenas eran generalmente vistos por la “élite política tradicional” como una gran amenaza ←17 | 18→para el orden social y la integridad nacional. Esta percepción está evidenciada no solo en el destino desfavorable de los mayores líderes indígenas2, sino también en la supuesta necesidad de solucionar el llamado “problema del indio” que formó la política estatal hacia los pueblos indígenas durante toda la República.

Sobre todo, la lucha por la autonomía indígena era percibida como actividad subversiva por el Estado boliviano. En este sentido cabe mencionar la proclamación del primer gobierno indio de Peñas (Oruro) en el 1899 por iniciativa de Pablo Zárate Willka con Juan Lero Ponce como su presidente, Ascencio Fuentes como juez riguroso, Feliciano Mamani como intendente, Evaristo Guaricallo como coronel y Manuel Flores como el secretario. Sin embargo, este gobierno indio que tuvo como su fin defender la autonomía indígena frente la política antiindígena del gobierno liberal, no tuvo larga duración. Once días después de su proclamación como presidente, Lero Ponce fue capturado por el ejército de José Manuel Pando y hecho prisionero en su comunidad.

También Laureano Machaca, quien a mediados de 1956 en Waychu-Puerto Acosta, departamento de La Paz, fundó la República Aimara y se proclamó su presidente, afrontó la represión estatal. Su acción en defensa de la autonomía indígena contra la propuesta integracionista del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR)3 tuvo un tono separatista, por lo que Machaca resultó descuartizado (López y Turrión 2007: 299; Ticona Alejo 2003: 5).

A finales del siglo XX la corriente radical del movimiento indígena se mantiene y revive en la ideología indianista que tiene su origen a finales de los 60, ←18 | 19→del siglo XX. Fausto Reinaga como su ideólogo principal en sus trabajos claves4 presenta la tesis sobre la existencia de dos Bolivias irreconciliables, una de los opresores blancos y mestizos y otra de los indios oprimidos. Según esta teoría, aunque los indios habitaban el mismo territorio con los blanco-mestizos, en realidad vivían en una especie de “apartheid” (Parada 2015). Viendo la subordinación de los indígenas como un asunto étnico, el indianismo es de naturaleza antiblanco y antimestizo, por lo que rechaza los modelos europeos de organización y niega la posibilidad de las alianzas entre los indígenas y no indígenas (Van Cott 2005: 53). Desde este punto de vista las resistencias contra los modelos occidentales son entendidas como expresión natural y legítima del derecho a la autodeterminación de las naciones originarias (Parada 2015). Por esta razón Reinaga en su discurso propone el reemplazo de la Bolivia chola por la india mediante la liberación del indio y su constitución como sujeto político (Escárzaga 2012: 194) y la reconstrucción de las formas de autoridades precoloniales. El indianismo de Reinaga encontró su expresión política en el trabajo y actividades de Felipe Quispe Huanca5, más conocido como el “Mallku”, quién en su trabajo “Tupaj Katari vive y vuelve… carajo!” (1999) revive la tesis de dos Bolivias y recupera el programa de lucha de Túpac Katari, con el fin de organizarse para una guerra revolucionaria y así devolver el poder a los ayllus y reconstruir el Qollasuyu original. Como secretario ejecutivo (1998–2005) de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) encabezó una serie de protestas y bloqueos acompañados por un discurso radical (antisistémico) rechazando la posibilidad de lograr el cambio real para los pueblos indígenas por la vía institucional:

Para lograr ese cambio se requiere mucha sangre y sacrificio, pues no vamos a lograrlo mediante las elecciones. Hablando en el parlamento no vamos a resolver nada y más bien vamos a robustecer al sistema. (Quispe 2003 citado en Le Bot 2013)6

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Viendo estos proyectos históricos el movimiento indígena a primera vista parece ser un actor antisistémico con objetivos y actividades que por su naturaleza niegan la esencia del Estado. Sin embargo, la imagen del “indio” disruptivo se problematiza cuando consideramos el origen y sobre todo “timing” de estos planteamientos, porque la radicalización del movimiento hacia el Estado boliviano apareció en la mayoría de los casos como respuesta a los fracasos de previos intentos de crear alianzas con él. Es decir, en varias ocasiones de la historia boliviana, los pueblos indígenas se entrelazaron con las élites estatales en la procura de su emancipación y volvieron a separarse solo por causa de su traición.

Así el mencionado movimiento de apoderados generales indígenas mantuvo por mucho tiempo su lucha en defensa de la tierra comunitaria en el marco legal entablando alianzas políticas con diferentes fracciones de la élite y participando de manera activa en la política nacional. La primera alianza hasta logró derribar a Mariano Melgarejo cuya administración ha dañado los intereses vitales de Bolivia en 1871. La radicalización de los apoderados y su conversión en el movimiento de autoliberación propia que proclamó el mencionado primer gobierno indio de Peñas, no se impulsó antes de haber fracasado la segunda alianza con los liberales, cuyo objetivo era derrocar el gobierno conservador en la Guerra federal. Aunque la alianza logró su objetivo y José Manuel Pando, el líder de los liberales, llegó al poder, este traicionó a sus aliados indígenas al no cumplir con su promesa de otorgar el cargo del vicepresidente al líder de los apoderados Pablo Zárate Willka. Además, se han comenzado a implementar las políticas que directamente amenazaban a los pueblos indígenas, como por ejemplo la Ley de Exvinculación (1874) aprobada por el gobierno de Frías y que impulsó la mayor expropiación de la tierra comunitaria en la historia republicana (Mamani Ramírez 2017: 24–25).

El mismo destino desfavorable afectó a Santos Marka T’ula pese a que este cacique apoderado optó por la vía legal de la lucha en defensa de los derechos territoriales de los indígenas bolivianos, recolectando los documentos históricos que comprobaran el derecho propietario de los indígenas sobre la tierra. A principios de siglo XX fue acusado de sublevación, detenido y mandado a prisión.

También la aparición de la corriente indianista radical en la segunda mitad del siglo XX. viene como respuesta fáctica a la continuación del colonialismo interno7 después de la revolución de 1952 (Rivera Cusicanqui 2010a: 100). Pese a las promesas populistas de los gobiernos revolucionarios del Movimiento ←20 | 21→Nacionalista Revolucionario (MNR) de integrar a los indios en la vida política nacional, el Estado boliviano emprendió una gigantesca tarea de disciplinamiento cultural mediante el sindicalismo paraestatal y nuevas disciplinas políticas del voto y participación política controlada implicando la ruptura con los modelos culturales propios del mundo indio e incentivando así un violento proceso de supresión y/o despojo cultural (Rivera Cusicanqui 2010a: 100–101). Los pueblos indígenas seguían apartados de la agenda posrevolucionaria y la aplicación de sus derechos se mantuvo restringida8, puesto que el papel principal en la política y discurso de la coalición gubernamental jugaban con los mineros y obreros (Lucero 2008: 63; Turrión et al. 2014: 90–91). Como escribe Pablo Stefanoni (2010) en su libro “Qué Hacer con los Indios… y Otros Traumas Irresueltos de la Colonialidad”, el indianismo es el “producto de la politización de la brecha entre el discurso igualitario del mestizaje y la pervivencia de la racionalización de las relaciones sociales en la vida real”.

Details

Pages
290
Year
2021
ISBN (PDF)
9783631863824
ISBN (ePUB)
9783631863831
ISBN (MOBI)
9783631863848
ISBN (Hardcover)
9783631857755
DOI
10.3726/b18818
Language
Spanish; Castilian
Publication date
2021 (October)
Published
Berlin, Bern, Bruxelles, New York, Oxford, Warszawa, Wien, 2021. 290 p., 16 il. blanco/negro, 8 tablas.

Biographical notes

Barbora Vališková (Author)

Barbora Vališková es asistente científica en el Departamento de Ciencias Políticas en la Facultad de Filosofía y Letras de Universidad de Hradec Králové, República Checa con especialización en estudios latinoamericanos. Su interés científico se orienta a los movimientos sociales y protesta política. Entre los años 2014 y 2019 realizó una serie de investigaciones de campo en Bolivia, Perú, Colombia y México y asistió en varias conferencias internacionales dedicadas a la política latinoamericana (ALACIP; CEISAL; ALACIP-AMECIP). Como investigadora ha participado en varios proyectos de investigación de la Agencia de Investigación de la República Checa (GA ČR) y ha publicado en algunas revistas científicas prestigiosas.

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